Nos
encontramos inmersos en un tiempo de gran incertidumbre en multitud de ámbitos.
Sin ir más lejos, en un sector estratégico como es el energético, las continuas
fluctuaciones en el precio de la energía y los incontables cambios
regulatorios que se han sucedido (y que seguramente se seguirán sucediendo)
generan un clima poco favorable para restablecer la confianza actualmente bajo
mínimos y que tan necesaria es para la deseada recuperación en general.
Por
suerte, como dice la sabiduría popular, después de la tempestad siempre llega
la calma. Y esto es lo que precisamente el sentido común nos dice que sucederá:
que más tarde o más temprano, el actual panorama deprimente y a la deriva,
convergerá indefectiblemente hacia un cambio de modelo más acorde con el
desarrollo sostenible.
Confiemos
pues que, en algún momento dado, esperemos no muy lejano, los principales agentes
decisores con influencia sobre el futuro de la sociedad (dirigentes, sector
económico y político) tomen consciencia real de la importancia estratégica que
tiene el apostar con firmeza y sin titubeos por un uso lo más racional posible
de la energía y actúen en consecuencia. Y es en este contexto donde la
eficiencia energética jugará un papel fundamental.
Esta
situación tan deseada para los agentes que trabajan en el sector de la gestión
energética, llegará a ser en un futuro, esperemos que cercano, una cuestión de
interés general, y tendrá como bases la utilización del conocimiento y una
tecnología cada vez más eficiente a favor de la reducción de los consumos, como
auguran muchos defensores de la idea de la tercera revolución industrial.
La
visión que presentamos nos ha de invitar a la reflexión con el objetivo de dar
un nuevo enfoque al paradigma energético
actual. La eficiencia energética, sí o sí, acabará convirtiéndose en una pieza
clave en la mejora de la competitividad de la economía, y en
definitiva en un posible factor acelerador de la tan necesaria y deseada
recuperación económica y social.
A
nuestro parecer, hay dos figuras clave que pueden contribuir a dinamizar este
cambio. Se trata de los gestores energéticos y de las empresas de servicios
energéticos.
Los
gestores energéticos, tanto internos como externos, son los responsables de la
estrategia y las políticas energéticas, así como de la mejora continua de la
intensidad energética; por otro lado, las empresas de servicios energéticos,
representan los agentes facilitadores y
garantizadores de una buena gestión energética que optimiza el consumo y
obtiene importantes ahorros tanto en la vertiente de los consumos en unidades
energéticas como en unidades económicas.
Y para
acabar, una última recomendación: con la gestión energética, actúa como con las
cosas de comer: no te la juegues, consulta a un especialista y confía en un
profesional.